Groserías de los micrófonos


Ya lo dije en dos tuits el domingo: «Aun despues d muerto gano reñidamente #Chavez las elecciones en #Venezuela. Quizas ahora, su imitador y acomodados, lo dejen descansar en paz». Y agregué en el siguiente: «El chofer d autobus socialista toma el timon d #Venezuela. Veamos como conduce a partir d ahora, el chavismo sin #Chavez».

Este 14 de abril finalizaron las elecciones presidenciales en Venezuela con la reñida victoria de Nicolás Maduro Moros. La izquierdista televisora Telesur —a la que bien pudimos llamar telemaduro por esos días— favoreció todo el tiempo al candidato oficialista con amplia cobertura mediática, por eso no pude constatar si el opositor Henrique Capriles Radonski siguió el mismo patrón de comportamiento y se mostró tan exaltado e irrespetuoso como él. Eso sí, pude ver entrevistas hechas durante toda la campaña por esa cadena televisiva a los seguidores de uno u otro aspirante presidencial: los «chavistas» de Maduro conocían y hablaban muy bien de los programas de su postulante; los de Capriles no sabían «ni papa» de sus proyectos. Tal parecía que los entrevistados habían sido escogidos y que estábamos en La Habana, en presencia de las habituales y discriminatorias trampas del gobierno cubano.

Para nadie es un secreto que las autoridades de Cuba habían apostado por Maduro Moros, no importaba si el nudo programático de su campaña fuera hablar una y otra vez de Hugo Chávez, explotar su indiscutible liderazgo, carisma e imagen y regalar a las dos manos —y hasta con los pies, como un rey mago que tira el dinero de un pueblo por la ventana de la irresponsabilidad— los recursos del país con tal de salir electo y mantenerse en el poder. El caso evidente es que los eternos dirigentes del archipiélago antillano estaban obligados a evitar que peligraran los ventajosos compromisos petroleros contraídos con Venezuela y la seguridad de continuismo que estos les han proporcionado durante los últimos catorce años.

Por el lado de acá, las autoridades hicieron lo suyo para darle un empujoncito al chofer sindical. Me refiero a las ayudas visibles, como los reiterados programas televisivos de los últimos días dedicados a Chávez y a la denominada «revolución bolivariana». Por el de allá —en Venezuela— seguramente también lo favorecieron con el mantenimiento de la campaña abierta de Telesur y con buenos consejos para ayudarlo en su camino a Miraflores. Me imagino que al conocer los resultados de la contienda electoral, hayan recibido como una alerta la reñida ventaja del candidato socialista, del cual no sabemos si será capaz de regentar adecuadamente los destinos de esa nación sudamericana durante todo su periodo presidencial. Me imagino que los dirigentes cubanos centren su mirada con más interés en el punto cardinal del Norte, enfocados en la sobrevivencia de su propio modelo de gobierno, pero mientras sean tan intolerantes y no den señales democratizadoras reales ni respeten la diversidad y el pluralismo político, no seremos tomados en serio por ningún país del primer mundo.

Vuelvo a Venezuela para añadir que no sé si habrá «chavismo sin Chávez» o inmadurez con Maduro, lo que más nos atañe y no tenemos, es una Cuba con independencia económica. Eso, sumado a la destrucción a la que «los patriotísimos» han llevado al país en sentido general —¡vaya, si esos son los buenos…!— y la tozudez de las administraciones estadounidenses al negarse a normalizar las relaciones con Cuba, obligan a muchos cubanos a que manifiesten su satisfacción por el triunfo en las urnas del candidato chavista. Desear algo diferente hubiera sido parodiar la ironía popular y pedir soga para nuestro sufrido pescuezo…

Acerca de Rosamaría Rodríguez Torrado

La rosa descalza, es el blog de una cubana que emite sus opiniones a rostro desnudo desde La Habana, Cuba. Una rosa sin máscaras...
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Una respuesta a Groserías de los micrófonos

  1. Creo que en Venezuela se puede lograr un cambio. Lo mas importante es que los venezolanos han puesto su objetivo comun por sobre sus diferencias.

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