Salario en kilowatts

Trabaja manejando un camión de la compañía de electricidad. Está casado, tiene tres hijos y su esposa es enfermera del hospital Materno Infantil de Diez de Octubre, más conocido por su antiguo nombre de Hijas de Galicia. El vehículo petrolero que timonea todo el día no tiene aire acondicionado, ni siquiera un pequeño ventilador. El calor es mucho y la paga poca. El compañero que le asignaron para trabajar con él tiene una situación financiera parecida. «Es que en Cuba los salarios son simbólicos», me decían mientras sacaban la luminaria de su caja nueva y del nylon en que las embalan en la fábrica. Eso fue delante de la casa de una amiga, que les pagó 30 cuc a esos trabajadores de la Unión Eléctrica (UNE) para que reemplazaran la lámpara del alumbrado público que está frente a su vivienda y que lleva fundida más de dos años.

El «lance» suicida se produjo a los dos de la tarde y enseguida concitó la atención de la presidenta del comité, que se dirigió a los trabajadores para «comunicarles» que los postes de las esquinas también tenían rotas sus luminarias y que era mejor sustituir aquellas que poner una a medianía de cuadra. «Por hoy terminamos, compañera —le dijeron—, porque esta es la última que tenemos, pero hay una orden del ministro de cambiarlas todas en cuanto llegue el barco que viene de China. Así que no se preocupe». Y la presidenta-vigilante se fue entre satisfecha y dubitativa, porque todo el mundo sabe que en Cuba la corrupción generalizada existe, pero que a ese nivel solo alcanza para subsistir. Así van soslayando los trabajadores en Cuba las dificultades que les impone la indefensión económica estatal. La mayoría de los que están vinculados a los sectores que no generan ingresos en moneda convertible, tienen que «inventar» para poder completar el mes. Con los bajos salarios que perciben en dinero nacional, tienen además que ingeniárselas y comprar divisas para alimentar, vestir y calzar a su familia.

Una situación desagradable están confrontando unos amigos con la UNE. Su consumo está por encima de la media después del aumento más reciente. Ya pasó el verano y siguen igual. Me pregunto si los arreglos que hacen con los que disfrutan de aire acondicionado en sus casas se lo «están sacando con las tripas» a los que no los tienen. El cobrador, intermediario consecuente entre la UNE y el sector residencial, es la cara amigable de esa empresa, que indiscutiblemente debe justificar ante los organismos superiores la cantidad de megawatts (megavatios) que consume el municipio. Según mi deducción, los kilovatios que les restan y reajustan en los papeles a los que poseen el sistema refrigerado de aire para cobrarles menos y obtener sus ganancias, están casi obligados a distribuirlos entre los que no los tienen.

Cansado de que les saquen el kilo en kilowatts, fueron a protestar a la empresa eléctrica municipal, que está ubicada en Josefina y 10 de Octubre, en la Víbora. Por el camino se preguntaban cómo defender su derecho a que les cobren sin multas lo que consumen sin delatar a nadie. Por suerte, ya le habían dejado entrever al cobrador su sospecha de cómo creían que funcionaba el mecanismo para que alertara a su cuadrilla, y cuando llegaron allí los funcionarios fueron muy amables. Les solicitaron a la UNE la revisión del reloj y gasto eléctricos y quedaron en mandarles un técnico, pero aún no ha aparecido. Hace unos días llegó la cuenta con una cantidad ostensiblemente inferior a la del mes anterior. Pero ¿y los próximos meses? Mis amigos se preguntan si van a tener que continuar incomodándose y yendo a reclamar periódicamente que no les roben. No es fácil cabecear sin casco contra la pared de la corrupción.