Los terneros de la revolución

El periódico Granma provoca, golpea con su mano de falsedades el rostro de cualquier lector. No digo que usen con regularidad falacias en ese diario, pero a veces publican algunas opiniones con enfoques manipuladores que hay que refutar, porque si callamos, mentimos por inacción u omisión. El pasado 31 de julio, en ese boletín, «órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba», apareció un editorial titulado «La verdad y la razón», emitido por las repercusiones y dudas en torno al accidente y deceso del prestigioso líder opositor Oswaldo Payá Sardiñas, máximo dirigente del Movimiento Cristiano Liberación, y Harold Cepero Escalante, miembro del mismo. El teque es el de siempre, con su glosa de loas a la añeja revolución y su partido abicú. Y como es habitual, el fin es decir que Estados Unidos es el responsable de cuánta opinión discordante o críticas al régimen dictatorial cubano se genera en el mundo.

En el cuarto párrafo del editorial irrumpe la afirmación del editorialista cuando señala que «Es conocida la historia inmaculada de una Revolución (…)». ¿Olvidó el periodista el crimen impune del Remolcador 13 de Marzo, en julio de 1994, en el que perdieron la vida 41 personas, de los cuales 10 eran menores de edad, o de los que previamente tirotearon en Cojímar ese mismo año? Quizás ignoró el fusilamiento de tres personas en 2003, que no provocaron la muerte de alguien, sino que trataban de emigrar en una embarcación estatal. ¿Los fusilaron para enviar un mensaje? ¿Es que por querer marcharse de Cuba o pensar diferente al sistema oficial las personas pierden su dignidad y son objetos de los peores tratos? ¿A cuál historia impecable se refieren? ¿A la de golpear y atacar verbalmente a mujeres pacíficas e indefensas, como a las Damas de Blanco —impidiéndoles cobardemente su derecho de réplica— o quitarle el agua a Orlando Zapata Tamayo, que hacía huelga de hambre, no de sed, para que muriera? Posiblemente se refieran a la «acción humanitaria» contra otro huelguista, Wilmar Villar Mendoza y a la falta de su debida y oportuna atención y hospitalización. Quizás el redactor en jefe, por estar pegado a la ubre de la revolución, beba la leche amnésica que dan los viajes al exterior, la facilidad para comprar un auto o la designación de uno, la gasolina abundante para el mismo, las publicaciones sin trabas de sus escritos, las comparecencias en la radio o la televisión nacional y otros tipos de prebendas.

Son los terneros de la revolución. Los que en lugar de serles fieles a Cuba, sirven y les son leales únicamente al grupo y al partido que está en el poder. Los que no respetaron ni respetan el dolor de una familia tras la trágica muerte, e interrumpen el cortejo fúnebre de un cubano respetable como Payá con el fin de formar su acostumbrado show movilizativo para entrenar y motivar a los suyos y enviar el mensaje de que la calle es de los revolucionarios, no de todos los cubanos, como debe ser. Es el mismo mecanismo establecido hace años, con su rodamiento de rutina que funciona y se acciona automáticamente y está desgastado por la vieja mentalidad de los que no quieren que nada cambie. Pero la mentira, como la aparecida en ese mismo editorial y que subraya que:

No se puede tapar el sol con un dedo: pese a la censura y la manipulación, es bien sabido que, en nuestra tierra, la contrarrevolución siempre ha sido y es mercenaria. Son vulgares agentes que el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados pagan, abastecen e instruyen. Traicionan a su Patria por unas monedas.

Parece que algo está retorcido en la mente y el pensamiento político de los cubanos residentes aquí que defienden al modelo dictatorial cubano. ¿O serán los privilegios de que hablé anteriormente? Otra de las acepciones de mercenario —además de la conocida que se aplica a la tropa o soldado que por un estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero—, alude al que trabaja por dinero, que percibe un salario por su trabajo o una paga por sus servicios. Dice el refrán que los ladrones piensan que todo el mundo roba. La oposición y el periodismo independiente son diversos y pluralistas y resulta risible pretender que todos pensamos y actuamos de igual manera; así como los seguidores del castrismo piensan y actúan diferente, de acuerdo a sus personalidades, preferencias y niveles de compromiso político. No dudo que esa defensa a ultranza del fracasado sistema de 53 años, apunte a tratar de obtener cada vez mayores beneficios, quizás —disculpen que especule— para cambiar la pluma o el teclado por el ascenso a una clase inversionista con cuentas bancarias e intercambio de favores, donde la ideología y los oportunismos se minimicen en una tarjeta de crédito o una chequera. Mal andamos… El tiempo dirá quién tiene «la razón». Por ahora continuaré defendiendo lo que considero que es «la verdad» e invito a los voceros del gobierno a que con respeto y responsabilidad la busquemos juntos, que ese es el mejor editorial que sobre los cubanos, podemos escribir por el bien de Cuba.

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Abicú: Se dice de niños que teniendo ese espíritu encarnado no mueren, pero son portadores de cierto embrujo que puede ocasionar la muerte prematura de sus hermanos o evitar que nazcan. Se les somete a ceremonias para «sacarles» el maleficio. Por extensión, de personas no bien intencionadas, roñosas o envidiosas se dice: «Es un abikú»… Libro «Los Orishas en Cuba», de Natalia Bolívar Aróstegui. Vocabulario comentado, pág. 169.