Concepto malsano

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El VI Congreso de Sexología se inició este 23 de enero, en La Habana y concluye el 26. Se anunció que la directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro, ofrecerá una conferencia sobre educación sexual en los procesos de transformación social. Las cámaras y periodistas la enfocan y persiguen desde el 2006 buscando una primicia, una entrevista o, sencillamente, para engrosar y actualizar sus fototecas. Siempre se le ve muy satisfecha y segura de sí y parece disfrutar de su frecuencia en la pasarela mediática y académica.

Apoyo el proyecto que impulsa como cualquier otro mortal, porque —¡por suerte!— la modernidad nos ha traído mayor equidad en el ordenamiento jurídico y cada vez somos más los que defendemos los derechos de todos, respetamos la diversidad y nos oponemos a cualquier tipo de discriminación. Lo que no apruebo, es que esta licenciada en pedagogía y sicología, de 49 años, limite sus herramientas congnitivas al compartimiento de una arista de su especialidad desde CENESEX. Que desatienda el resto de los derechos inherentes a las personas, es un pícaro desliz que la afirma en el temor a perder la cuota de poder y privilegios de los que seguramente goza.

Quizás su actuar responda a un diseño «inclusivo» —soy optimista— bosquejado desde el cenit político cubano, que implica un proceso transformador de varias etapas. Pero ¿cómo, cuáles y hasta qué punto? La diversidad no se delinea desde el estado con una teoría elitista, sino con el pluralismo y la participación de todos. Considero una buena causa la lucha por los derechos de nuestros compatriotas gays, lesbianas, bisexuales, intersex y transexuales, pero mejor aún es trabajar y defender los derechos de la comunidad cubana en su totalidad. Ese es un proceder más congruente con el concepto del respeto a la diversidad que con ambivalencia propugna la hija del presidente de Cuba.