Con un chicle en la frente


Imagen tomada de: http://www.hechosdehoy.com

Rodney es un niño travieso y alegre que está algo confundido, porque desde que lo hicieron pionero en octubre pasado, no entiende del todo la consigna ¡seremos como el Che! Es cierto que la ha incorporado como el resto de sus compañeritos y la repite como si tuviera un sensor que la acciona ante determinado estímulo. Sus padres y abuela le dicen que el Che es esa mancha negra que tanto aparece en pulóveres, carteles y en la tele nacional; que es el afiche de una foto muy famosa que le hicieron. Le cuentan también que es un mártir, pero ¿quién le hace entender qué es un adalid a un niño de seis años? ¿Cuántas veces habrá que repetirle que la pañoleta no es un trapo para limpiarse los mocos?

La semana pasada la directora de la escuela citó a sus padres, porque una maestra extremista ‘lo vio’ pegar el chicle en el busto de Martí que está en el patio. Realmente no fue ella, sino otro alumno que lo descubrió con el polímero gomoso en la mano y se lo contó; pero igualmente debía «echar pa’ lante el caso» porque ella es una formadora y se conoce que el padre del estudiante se la pasa hablando mal del gobierno a viva voz. Cual si se tratara de una profanación, fue donde la máxima autoridad con la información y para obligarla a proceder, le lanzó la amenaza agravante de que ‘lo elevaría’ a todos los niveles. Así que acudieron los padres del escolar y la directiva planteó el asunto con intervenciones reiteradas y exaltadas de la denunciante, que amenazó con ir a la policía especializada en asuntos de menores, y esa mención disparó el glosario disidente paterno que concitó la atención de todos y acabó con la reunión. Tal conmoción provocó el hecho en todo el plantel, que Raúl Fidel, el niño que realmente fijó el chicle en la frente del apóstol, arribó a su casa atemorizado y se lo contó a sus padres y abuelos, que saben que una intrascendente travesura infantil no define al adulto que será. Les dijo que al finalizar el recreo se entretuvo acomodando el velcro de sus zapatos y que en la carrera de regreso al aula, escupió al viento la goma de mascar. Su progenitor y abuelos paternos tienen un largo palmarés en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (MININT) —el padre desde que terminó el sexto grado ingresó en Los Camilitos*— y todos ostentan altos grados militares.

Así que se pusieron sus uniformes, colgaron todas sus chapas (condecoraciones) y partieron rumbo a la escuela. Fueron en pandilla a la dirección y la dirigente llamó a la maestra que alfombró de disculpas y halagos los pasos de «nuestros gloriosos combatientes de las FAR y el MININT». La sorpresa en el rostro, las excusas gesticuladas y la cultura pedagógica por el suelo; cualquier cosa con tal de no buscarse problemas o una mancha en su expediente laboral por un pichón de oficial en desarrollo. Esa fue la sepultura de una «ética educativa» que salvó a Rodney de ser acusado injustamente porque su progenitor se expresa con libertad en un país en el que andamos herniados moralmente debido a los grilletes del pensamiento y al peso esclavizante de las palabras.


* Escuela Militar Camilo Cienfuegos

Acerca de Rosamaría Rodríguez Torrado

La rosa descalza, es el blog de una cubana que emite sus opiniones a rostro desnudo desde La Habana, Cuba. Una rosa sin máscaras...
Esta entrada fue publicada en Política y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Con un chicle en la frente

  1. La escuela más numerosa de la comarca, con más de 350 ni os que copan todas las categor as, desde los querubines hasta el amateur.

    Me gusta

  2. Lo único que pod a hacer era sentir y disfrutar sin importarle ni su cuerpo, ni el trabajo, ni la escuela, nada en absoluto.

    Me gusta

Deja un comentario