¿Delirio o martirio?

Tanto ha sido el ir y venir de los vehículos que no puedo continuar haciéndome de la vista gorda. Y es que diariamente y desde hace algún tiempo, enfrente de mi casa asisten continuamente personas que llegan en autos de los órganos represivos retando a mi imaginación e inteligencia. Muchas veces me pregunté si sería paranoia mía, y por eso he tardado algo en dar a conocer el hecho —también porque no tenía pilas o baterías para la cámara—, pero ante la evidencia de que en el pasillo por el que entran los policías y militares no vive ningún compañero de trabajo al que pudieran estar visitando; debido también a la duda que han sembrado algunas personas de la cuadra que se me han acercado con la misma inquietud —ya que allí nunca se observó tal movimiento—; y a pesar de que he perdido y pierdo oportunidades de fotos por estar enfrascada en otras tareas, he optado por mostrar el testimonio gráfico que poseo para alertar sobre lo que parece ser un acto de intimidación.

Desde hace menos de un mes me hice un blog. Fue partir de ese hecho es que vengo observando esta cada vez más visible presencia policial enfrente de mi casa. Hace veintiún años que soy opositora y nunca había sentido tan descarnadamente ese ojeo sobre mi persona. Quizás este nada solapado hostigamiento obedezca a una rutina de procedimiento de las autoridades para amedrentar a los que osamos abrirnos un espacio —sobre todo a los nuevos— para exponer en él nuestras ideas con total libertad; por ello creo conveniente dejar por sentado que no voy a cejar en mi derecho a expresar lo que pienso, por lo tanto, seguiré con mi blog.

No sé si quieren aprovechar las “excarcelaciones hacia afuera” que fundamentalmente se están produciendo en Cuba no solo para deshacerse de los prisioneros políticos, sino de algunos opositores y “ciudadanos incómodos perseverantes y majaderos» como yo. A mí no me han propuesto emigrar y no sé si lo harán; de cualquier manera hace años tomé la decisión de permanecer en mi país laborando por el rescate de la democracia y de los derechos de todos los cubanos.

Ante maniobras como esta que intentan abacorar a la sociedad civil emergente me pregunto por qué gastan recursos y horas-hombres en procedimientos que, por reiterados durante años, ya no causan el efecto que se pretendió en sus orígenes. También me despiertan preguntas que concitan un estado emocional aún más contestatario: ¿quién soy yo para provocar ese despliegue de recursos y atención? Tal y como dije en Twitter —ya por eso días comenzaba a sospechar de la constancia policial— es como si la mentalidad conservadora de los represores hubiera acuñado la denominación o el calificativo de «bloggerterrorismo» para los que decidimos desbordar nuestros criterios en un blog. Cada vez que detecte a «los autos repartidores de hielo» frente a mi domicilio, y en la medida de lo posible para evitar que me decomisen la cámara, lo documentaré con imágenes.

Repruebo el proceder de las autoridades y las increpo para prevenirles que «la sociedad civil alternativa no es su coto de caza, en cualquier caso, es una caza a la que hay que ponerle coto ¡ya!».